Entrevista Jorge Ávila, líder educativo. Bogotá, Colombia.
¿Podría contarnos un poco más de usted?
Soy Jorge Eduardo Ávila. Soy colombiano, abogado, pero me dediqué a la educación hace más de 25 años. Tengo el orgullo de ser el director del colegio Colombo Hebreo, el único colegio judío de Bogotá. Tengo una especialización y una maestría en Educación. Durante nueve años estuve como profesor de primaria y bachillerato, inclusive de cátedra universitaria. A partir del año 2010, comencé a ser directivo y hace 4 años estoy ocupando rectorías (dirección de colegios).
¿Cómo nació su vocación a la educación?
A mí me gusta mucho la política, pero me di cuenta que, a través de la educación, también podía transformar la sociedad. Si bien influiría en un grupo limitado de personas, los estudiantes y sus familias, igual podía dejar huella. Eso me enamoró, por eso estudié y me perfeccioné en Educación. Ahora, el Derecho me ha servido mucho en la vida. No solamente fui durante cuatro años catedrático en la Universidad del Rosario, sino que lo uso para todo. La estructura y la cosmovisión que da el Derecho me permite gestionar los colegios.
¿Cuál es su visión de la educación?
Yo estoy convencido de lo siguiente: la educación debe responder a las realidades sociales. El reto mío, como educador y líder de equipos de trabajo es, primero, que haya un aumento en la demanda cognitiva. Es decir, que lo que se trabaje a nivel curricular en el colegio exija cada vez más a los estudiantes sin reventarlos. Los estudiantes dan mucho y los profesores tendemos a quedarnos en una zona de confort que hay que combatir constantemente.
Un segundo tema muy importante es la utilidad del aprendizaje. Estos deben ser significativos y mejorar la calidad de vida de nuestros estudiantes, porque así no sólo los enganchamos con los temas, sino que también desarrollamos sus competencias y habilidades “esenciales” [conocidas como “blandas”], que necesitan para enfrentar el futuro.
Adicionalmente, lo que hacemos a través de esto, es un enfoque de construcción de conocimiento desde el colegio. Nos interesa mucho que los estudiantes tengan espacios para construir nuevos conocimientos. Queremos que eso no sólo se dé a nivel universitario o, más adelante, a nivel de un doctorado, ya que desde el colegio se puede empezar a desarrollar. Otro reto que tenemos los líderes en educación es trabajar cada día para construir espacios emocionalmente seguros. Soy un educador convencido de que si el niño se siente emocionalmente seguro va a aprender.
¿Cuál sería o no sería un espacio socioemocionalmente seguro?
Eso tiene muchas manifestaciones e involucra muchas variables. El espacio, primero, tiene que estar visualmente dispuesto para que los niños se sientan cómodos. Yo puedo tener el mejor profesor del mundo en un colegio en donde estamos a 40º todos los días, si el aire acondicionado del salón no funciona, ese profesor no va a enseñar lo que podría enseñar y ese niño no va a aprender lo que podría aprender, porque el contexto físico no está preparado para él.
Entonces desde los detalles: el mobiliario pedagógico, la temperatura del salón, la luz natural del espacio, la disposición del material pedagógico. Además de contar con un profesor que inspire a sus estudiantes y que construya atmósferas de confianza. Si ni el espacio ni el maestro tienen esto, ahí tenemos un espacio emocionalmente inseguro.
Hoy, el educador acompaña procesos para que los estudiantes aprendan en un ambiente de libertad. Todo aquello que afecte eso, afectará lo emocionalmente seguro, por tanto, hay que quitarlo del colegio. Por ejemplo, un profesor autoritario hace mucho daño, mientras que un directivo que fomenta dinámicas de gobernanza democrática, tiene capacidad de escucha, involucra al equipo y es un buen ejemplo, hace mucho bien.
¿Cómo puede el profesor ganarse la confianza de sus alumnos?
Esa es una muy buena pregunta y es una labor directamente del profesor. La palabra clave es vínculo. Me pongo como ejemplo: cuando fui profesor, el primer día que conocí a mis niñas, al final de la tarde ya sabía sus nombres. Al otro día las estaba esperando en la puerta del salón y las saludaba de nombre: “Sofía, buenos días”; “Mariana, good morning”. No es un detalle menor, porque siendo el segundo día de clases y que mi profesor nuevo ya sepa mi nombre y me salude con una sonrisa, me lleva a generar una dinámica totalmente diferente.
También en el compartir, no sólo en clase, sino en los espacios fuera del salón: la vigilancia del descanso o la hora del almuerzo. Ir compartiendo con los estudiantes permite construir un vínculo que genera afecto. Esa construcción de vínculo es sobre la que se construye el aprendizaje. Además, tal vínculo debe generar verdad. Tú tienes que creer y confiar en el otro. La manera de cómo construir la confianza es usando la verdad, aunque duela. Todo eso es lo que genera una atmósfera de confianza y el sentido de pertenencia por un colegio.
¿Qué cualidades debe tener o cultivar el profesor para establecer ese vínculo?
Lo primero es que el profesor nunca puede dejar de lado que es un modelo de comportamiento. Yo no puedo decirles a los niños que no se les olvide recoger los papeles que botan al piso si ellos me ven botar el papel al piso y no recogerlo. Tengo que ser un ejemplo.
Segundo, siempre se habla con la verdad. La verdad no es negociable para un maestro por más que duela.
Tercero, es bueno que el maestro se muestre humano. Al maestro, le duele la cabeza, le da hambre, tiene que ir al baño, se enferma. Los niños tienen que ser conscientes de que el profesor es un ser humano pues eso genera unas condiciones de unidad y empatía.
Cuarto, educa para la libertad. Los niños no tienen por qué pensar como el profesor. Ellos deben construir su criterio propio durante los años de colegio, porque cuando llegan a la universidad son un producto terminado. Los valores, la construcción de carácter y personalidad se trabajan en el colegio. Además, el profesor tiene que estar pendiente de que está aportando a la construcción de una ciudadanía responsable.
Esas son las cosas que un profesor tiene que trabajar en el salón, fuera del currículo. Yo cuando era profesor, además de enseñar matemáticas tenía que buscar que los niños desarrollen las “habilidades esenciales”, no podemos llamarlas blandas porque le quitan fuerza al concepto. Yo prefiero una niña que tiene que esforzarse mucho para aprenderse las tablas, pero que el día de mañana no va a tomar lo ajeno, respetará el semáforo y pagará sus impuestos. Eso es más valioso que la tabla de multiplicar. Finalmente, el día de mañana tendrá una calculadora, pero lo otro no lo enseña la calculadora.
El “boom” de la inteligencia artificial ha despertado preocupación en el sector educativo, ¿cuál es su opinión al respecto?
Yo en eso soy un directivo muy diferente. Cuando surge el ChatGPT, los profesores y padres de familia decían “¡Qué horror!”. Muy rápidamente los miembros de la Junta Directiva me llaman y me dicen “Jorge, ¿cómo ves esto?" y les dije “Me encanta. Recuerden que los colegios y las universidades tienen que responder a las realidades sociales y el ChatGPT es una realidad”. En lugar de prohibirlo, ya estoy tomando un curso virtual donde me están enseñando de qué se trata el ChatGPT para poder incorporarlo en la práctica educativa del colegio.
Creo que tenemos que enseñarles a los estudiantes a usar las herramientas tecnológicas de manera apropiada y no prohibirlas, porque, si lo hacemos, no estamos respondiendo a las necesidades sociales. Debemos capacitar a los profesores para incorporarlo en la práctica educativa y sacarle jugo, en vez de demonizarlo. La construcción de una ciudadanía responsable implica la construcción de una ciudadanía digital responsable: saber utilizar las herramientas digitales. El ChatGPT me puede arrojar algunas ideas para construir un ensayo, pero soy yo el que va a articular el conocimiento del mensaje que quiero enviar. El quid hoy no es quien tiene acceso a la información, sino cómo usas esa información.
También hay que mostrar a los estudiantes que tiene errores. Ellos tienen que confrontarlo con la realidad y ver si la información que da el ChatGPT es cierta, porque este tiene una cantidad de información actualizada solo hasta el año 2020. Entonces, lo que ha sucedido en la humanidad después de ese año no está actualizado.
¿Qué mensaje daría a los maestros?
Un mensaje de motivación y esperanza. Los profesores hace muy poco pasamos la peor crisis de la humanidad que fue el Covid-19. Nos pusimos a prueba como gremio, pero nos mantuvimos unidos y seguimos cumpliendo con las familias y los estudiantes, según las limitaciones del caso. Sin embargo, es un gremio que tiene que redignificarse. El mismo profesor tiene que sentirse orgulloso de lo que hace y de lo que aún le falta por construir. Si nosotros como profesores no hablamos bien de nosotros mismos y de lo que hacemos, nadie lo hará por nosotros.
Todo parte de que, quien escogió la educación como proyecto de vida, se sienta orgulloso de haber escogido ese camino, porque si nos victimizamos y decimos “¡qué tristeza ser maestro!", estamos desaprovechando una oportunidad enorme para transformar. Al contrario, sintámonos orgullosos, estudiemos cada vez más, preparémonos mejor. Con eso no solo estamos cumpliendo a la sociedad, sino que, sobre todo, estamos cumpliendo con nosotros mismos, porque le estamos dando un sentido profundo a nuestra existencia: ayudar a que la vida de los otros sea mejor.
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