Al ser julio, un especial mes para reconocer la labor del maestro en el Perú, desde Antesala entrevistamos a Mons. Javier del Río Alba, Arzobispo de Arequipa, quien iniciando el año recibió la Medalla de Oro del Congreso del Perú por su ‘valiosa e incansable labor a favor de la educación de la población más vulnerable, así como por su notable labor pastoral’.
En su discurso de agradecimiento, destacó “la necesidad de recuperar la correcta visión del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, como punto de partida para toda labor educativa, así como la importancia de que las escuelas trabajen en coordinación con los padres de familia”.
1. ¿En qué consiste la educación y la vocación de ser maestro?
La educación es un proceso multidimensional, cuya principal finalidad es la formación de la persona humana en orden a su fin último, es decir la vida eterna, y a su vida en este mundo que incluye su participación en el bien común de la sociedad. Como lo denota la raíz latina del verbo “educar”, la educación implica un doble movimiento: por un lado, instruir al educando; por otro lado y al mismo tiempo, brindarle los medios para que se desarrolle de modo armónico toda su potencialidad física, moral e intelectual. Desde esta perspectiva, la educación requiere una relación dinámica entre los educadores y los educandos, relación que está llamada a darse en el seno de la comunidad educativa que debe incluir necesariamente a la familia.
En ese contexto, la vocación a ser maestro es, en primer lugar, una llamada al amor, porque la educación es un acto de amor. Este acto de amor, en el caso de los maestros, consiste en colaborar con los padres de familia en la educación de sus hijos, y colaborar con la sociedad en la formación de los futuros ciudadanos.
2. ¿Nos puede brindar criterios que sean importantes a tomar en cuenta en la formación de los alumnos frente a ideologías que atentan contra su propio valor?
En primer lugar, todo educador, desde los padres de familia hasta los maestros y catequistas, debemos ser conscientes de que los niños, adolescentes y jóvenes reciben hoy un sinfín de información a través de las redes sociales y de lobbies que pretenden inculcar en ellos visiones equivocadas de lo que significa ser persona humana, cuáles son sus derechos y en qué consiste la felicidad. Ante esta realidad, considero que el criterio fundamental en la formación de los alumnos ante la influencia que ejercen en ellos esas ideologías debe ser el diálogo que los lleve a descubrir, a través de la propia razón y del orden natural que está inscrito en sus corazones, las falsedades que encierran esas ideologías y el daño que están haciendo al mundo, especialmente a las nuevas generaciones. Este diálogo debe estar basado en hechos concretos, bases científicas e información estadística, no sólo en aspectos de carácter moral.
3. ¿Cuál es su visión sobre las necesidades en el sector educativo de nuestra realidad nacional?
Las necesidades en el sector educativo peruano son muchas. Podemos destacar las enormes brechas en infraestructura, salud y calidad de vida. También la urgencia de formar mejor a los maestros y recuperar la meritocracia en la carrera magisterial, que se está viendo seriamente afectada por recientes iniciativas legislativas en el seno del Congreso de la República, las cuales no son suficientemente resistidas por el Poder Ejecutivo ni la sociedad civil.
4. ¿Qué significa el reconocimiento que recibió por parte del Congreso de la República del Perú por su 'valiosa e incansable labor a favor de la educación de la población más vulnerable, así como por su notable labor pastoral'?
Es un reconocimiento que he recibido con toda humildad porque soy consciente de que, más que a mi persona, es a la Iglesia Católica y a aquellas personas, empresas e instituciones de la sociedad civil que han colaborado y colaboran conmigo en estos 25 años desde que, como parte de mi ministerio sacerdotal, incursioné en el sector educación a través de proyectos de capacitación para el trabajo y formación humana integral a favor de niños y adolescentes provenientes de familias de escasos recursos materiales. Gracias a los equipos con los que he trabajado en estas décadas, hemos podido crear diversas instituciones educativas y programas de formación que, literalmente, han transformado la vida de decenas de miles de personas y sus familias. Ha sido siempre a esos equipos a quienes he dedicado los reconocimientos recibidos en estos años, entre los cuales, además del reciente del Congreso de la República, recuerdo con cariño la “Medalla al Mérito Ciudadano” de la Presidencia del Consejo de Ministros, el reconocimiento “Fortalecimiento del Estado Constitucional de Derecho y del Acceso a la Justicia” del Ministerio de Justicia, el título de “Amigo de los niños, niñas y adolescentes” otorgado por la Defensoría del Pueblo, y la primera edición del Premio “Valores Familiares” otorgado por el Consejo Interreligioso del Perú – Religiones por la Paz y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
5. Quisiéramos saber más sobre las labores a favor de la educación que se están llevando a cabo en la arquidiócesis de Arequipa…
La Oficina de Educación Católica – ODEC de nuestra Arquidiócesis está realizando una gran labor en la formación permanente de profesores de los colegios del Estado y en los procesos de selección de maestros en base a la meritocracia. Nuestra Cáritas Diocesana está también realizando una encomiable labor llevando dos CETPROs para jóvenes con habilidades especiales y ocho CEBAS para niños con discapacidades severas, así como en el programa de “inclusión educativa”; lleva también con excelentes resultados el Centro de Estudios y Desarrollo Humano Integral – CEDHI “Nueva Arequipa”, que cuenta con un CETPRO y un Instituto Superior Tecnológico, cada uno de ellos con diversas carreras, en los cuales se brinda capacitación para el trabajo y formación integral humana, familiar y comunitaria a jóvenes y madres de familia provenientes de sectores vulnerables de la ciudad de Arequipa. Igualmente están haciendo una excelente labor el equipo de promotoría que tiene a su cargo los colegios que dependen directamente del Arzobispado de Arequipa, incluidos aquellos gratuitos, y los equipos que tienen a su cargo la capellanía de universidades. Va, entonces, mi profundo agradecimiento a quienes conforman cada uno de los equipos mencionados, y otros que sería largo enumerar porque habría que incluir la obra educativa que realizan los institutos de vida consagrada y otras realidades eclesiales presentes en nuestra Arquidiócesis.
Monseñor Javier Del Río Alba, tiene 66 años. Antes de ser ordenado sacerdote en 1992, estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue Obispo Auxiliar del Callao entre 2004 y 2006, año en que fue designado Arzobispo de Arequipa. Es Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana y licenciado en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum), ambas de Roma.
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